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Siempre aprendiendo

Nací en Barcelona el 1966 pero prometo que no lo haré más. Soy periodista. Nobody is perfect.

A menudo se confunde la palabra periodista con dos conceptos que empiezan por “c”, corazón y corrupción, pero yo sigo defendiendo, como la mayoría de mis colegas, mi independencia profesional, rigor y autoexigencia. Y los dos conceptos que para mí deberían regir sobre cualquier trabajo son servicio y ética.

De todo se aprende, dice el sabio. Yo empecé haciendo prácticas en TV3, y allí aprendí que el lenguaje de la imagen es fascinante, pero que yo prefería escribir. También me gusta mucho la fotografía, pero la reservo para mis viajes, otra de mis pasiones.

Después trabajé en la agencia de noticias Europa Press y allí aprendí lo importante que es tener una buena agenda y la adrenalina que uno siente al patearse la ciudad para escribir un buen teletipo que no firmará. Aprendí lo que es la veteranía y la generosidad de enseñar al que empieza. Creo que todo estudiante de periodismo debería pasar un tiempo en una agencia de noticias. Es la mejor escuela. Periodismo sin red.

He trabajado en revistas variadas, en temas variados, y allí aprendí que la sinceridad y la humildad te ayudan a ponerte en el lugar del otro para luego poderlo explicar al lector.

Estuve después en el diario Avui, especialmente en cultura, pero también cubriendo eventos como los Juegos de Barcelona ’92. Allí aprendí los entresijos de la cultura, los peajes de trabajar en un periódico o en otro, la diferencia entre sentirse cabeza de ratón o cola de león después de poder entrevistar a grandes personajes de la cultura por el hecho de trabajar en un diario pequeño. También allí aprendí que hay momentos en la vida en los que hay que saber elegir y priorizar.

Y ahora estoy más o menos instalada en el universo free-lance, colaborando en diversas publicaciones, revistas, diarios, editoriales, proyectos por crear y proyectos consolidados. Del mundo free-lance he aprendido la flexibilidad y la libertad, y también la precariedad, pero siempre me he mantenido en el lado del espejo del periodismo, defendiéndome del marketing. Colaboro especialmente con el Magazine de La Vanguardia, y allí he aprendido la alegría de cuando te lee un lector de un pueblo en la otra punta de España y la ilusión de cuando te conceden un premio periodístico.

Como freelance, entre mis clientes destacan La Vanguardia, Viajes National Greographic, Cuerpomente, Clara, Suite 101, USP Hospitales, Círculo de Lectores, editorial Edebé, y algunas colaboraciones en publicaciones inglesas y holandesas.

No he ganado el premio Pulitzer de periodismo, ni el World Press Photo, ni el Cervantes de Literatura ni el Príncipe de Asturias de Cooperación. Pero soy feliz porque puedo trabajar en lo que me gusta, en lo que sé hacer bien. Aunque a veces cueste. Escribo, entrevisto a personas interesantes, me siento parte de lo que ocurre en el mundo, intento dar un servicio útil a los que me leen. Y pienso seguir aprendiendo. Tengo tres pequeñas y preciosas razones para seguir haciéndolo. Y otra razón que me anima y me apoya cuando dudo. Con eso me sobra.